Impresiones de Shenzhen

Las condiciones naturales de Shenzhen no son ideales para vivir. En la temporada de lluvias, la humedad puede gotear por las paredes; chaparrones y rachas de viento aparecen de repente, y el clima puede cambiar incontables veces en un día. Aun así, en el mapa geopolítico, Shenzhen tiene ventajas incomparables: respaldada por el continente, cerca de Hong Kong y Macao, y con un excelente puerto natural de aguas profundas. Es naturalmente adecuada para una economía orientada a la exportación y para el flujo eficiente de personas, mercancías y espacios.
Antes de la Zona Económica Especial, había pocos locales; predominaban los campos y lodazales, sin cargas históricas pesadas. Jóvenes cazafortunas de todo el país se convirtieron en los constructores de esta ciudad joven, y pioneros dispuestos a ser los primeros se reunieron en todos los oficios. La zona industrial de Shekou celebró pronto elecciones democráticas de dirigentes; las empresas estatales de Shenzhen estuvieron entre las primeras en adoptar el sistema de gerentes profesionales. Las primeras empresas chinas de alta tecnología en genómica, tecnologías de la información y materiales furtivos se agruparon aquí.
En Shenzhen se valora la eficacia y no se dan rodeos. Las negociaciones comerciales son directas, sin small talk ni formalidades. La hospitalidad empresarial es sobria: con llenar el estómago basta. En tiempos de crecimiento salvaje, invertir, hacer caja y el contrabando eran “buenos” sectores si daban dinero. Cuando los shenzheneses hacen algo, lo llevan al extremo: entrar a una industria es aspirar al primer puesto o no hacerlo. Antes de fabricar teléfonos, Huawei no «jugaba» a seguir tendencias; cuando decidió hacerlo, apuntó a ser la más fuerte del planeta. Lo mismo con las estatales: CIMC, la veterana empresa de Shekou, es número uno mundial en todo lo que toca — contenedores, plataformas de perforación, pasarelas de embarque, buques tendido de tuberías submarinas. El dinero se respira en todas partes. Incluso la prensa local dedica poco espacio a las noticias de barrio: cada página habla de empleo, bolsa y alta tecnología.
En Shenzhen, la tierra es carísima. El suelo edificable llega a 3 millones de RMB por mu, y a la ciudad le quedan unas 20 000 mu de tierras agrícolas. Los rascacielos están por todas partes; los edificios casi no dejan huecos entre sí. Las torres Guangtian, Hefeng y Caiwu son en realidad un único edificio unido. Muchos hoteles ahorran espacio colocando el restaurante en el vestíbulo de la planta baja, compartiendo área con la recepción. Incluso las colinas que no se han desmontado están cubiertas de casas.
Shenzhen no cree en lágrimas. Muchos jóvenes buscafortunas de todo el país se esconden en los cibercafés Sanhe, juegan hasta quedarse dormidos. Muchos graduados llegan a Huawei con sueños, persiguiendo sueldos de 500 000 RMB, impensables en ciudades del interior, para descubrir que en Shenzhen, incluso con 500 000 al año, quizá acaben con menos de 50 000 en el banco. Shenzhen ya no es la tierra de los sueños de antaño; para muchos jóvenes, se ha convertido en una herida.
Publicado el: 10 de sep de 2025 · Modificado el: 10 de sep de 2025