Aléjate de esos pequeños malos hábitos del subconsciente

El día y la noche hacen visible el tiempo. Si la Tierra no rotara —sin día ni noche— quizá la humanidad no habría desarrollado una noción tan clara del tiempo. Al no sentir su paso, tal vez no apreciaríamos la vida como ahora. Gracias, rotación terrestre.

Pero, aunque el amanecer y el atardecer nos recuerdan que la vida avanza, ese ciclo también puede alimentar hábitos nocivos imperceptibles que devoran nuestros días.

Durante un tiempo, lo primero que hacía al llegar a la oficina era visitar cuatro sitios de trucos tecnológicos (señalados: Xiaozhong Software, Yiciyuan, Sspai y PlayPC) esperando encontrar nuevas herramientas de productividad. Ni siquiera publican a diario, y aun así gastaba 30 minutos cada mañana actualizándolos — malgastando el tiempo ganado por levantarme temprano. En realidad, basta con verlos cada semana. Tras seis meses, no había obtenido ninguna herramienta útil. Un día hice cuentas: si escribiera, 30 minutos al día a 800 caracteres serían 24 000 al año — un libro de 200 páginas. Si leyera, 10 páginas al día sumarían 3 000 al año — unos diez libros. En esos seis meses, leí uno. Así que bloqueé esos sitios en el archivo hosts.

Luego me pregunté por qué me atraían sitios que no aportan placer ni crecimiento. Precisamente porque no generan beneficio ni daño claros y no ejercen presión — por eso puedo refrescarlos N veces al día sin pensar.

Recuerdo dos malos hábitos más — uno reciente y otro de larga data.

El reciente: las erratas. En chats, a veces escribo mal el nombre de alguien conocido y ni lo corrijo — “ya saben de quién hablo”. Cuanto menos me importa, más aparecen. Incluso he escrito “Esta tarde, ¿a qué hora salimos?” como “Abajo, ¿a qué hora salimos?”. Cuando nadie contesta, releo y descubro el error.

El antiguo: confundir sonidos alveolares y retroflejos (z/zh, c/ch, s/sh), un rasgo regional de donde crecí. Con Wubi y los primeros IME de pinyin no había solución: si te equivocabas, borrar y reescribir. Los IME modernos añadieron “pinyin difuso” y la escritura se volvió indulgente. Pero eso no resuelve la raíz: hablamos mucho más de lo que tecleamos. La tolerancia mejora la escritura mientras relaja la pronunciación. Ahora configuro el “pinyin difuso inteligente” para que solo me avise y sugiera corrección cuando mezclo esos sonidos — un recordatorio suave para pronunciar mejor.

“No hagas el mal, por pequeño que parezca.” Buen consejo.

Publicado el: 26 de oct de 2018 · Modificado el: 12 de sep de 2025