La gran sabiduría es la simplicidad; las verdades de siempre funcionan mejor

“Solo los bonos son inversión; las acciones son especulación. Invertir y especular: uno descubre el valor del activo, el otro detecta defectos del mercado.” — Benjamin Graham.
Lo más común suele ser lo más efectivo. Invertir es repetir bien las cosas simples.
A escala de varios años, los momentos realmente decisivos en bolsa son pocos; cuando aparezcan, actúa con decisión. Frente a las instituciones, la gran ventaja del inversor particular es la concentración y el tiempo. Sé racional, dedica energía a encontrar grandes activos y prefiere las grandes oportunidades a los pequeños retoques. La rentabilidad depende de la competencia global; el problema del minorista es invertir prioridades y soñar con altos retornos vía trading de alta frecuencia.
Para el inversor, la cuestión es: ¿qué es un buen negocio? Crece con compañías excelentes. Incluso en el corto plazo, compra activos con crecimiento — quizá tu relevo sea un inversor de valor.
No busques hacerte rico de la noche a la mañana ni te apresures a ganar; primero protege el principal. Domina el impulso de operar con el móvil. Antes de comprar o vender, negocia contigo mismo. Cada día algunos valores hacen tope por diversos motivos; si apuestas solo porque viste uno, probablemente te quedarás con la “bolsa”. El mercado está lleno de oportunidades; una compra a ciegas no es motivo de celebración, incluso si sale bien. Cuando sobran oportunidades, no temas perderte alguna.
Evita perseguir máximos y “cazar suelos”. No compres en un máximo histórico; tras un nuevo máximo, lo normal es corregir. Una caída no es automáticamente una oportunidad. Tal vez la mayoría desconfía por una razón; tal vez la fuerte caída refleje información a la que no accedes.
Atrévete a cortar pérdidas; los stops son defensa esencial frente a cisnes negros. Cobra a tiempo: una práctica prudente es liquidar cada mes y apartar la mitad de las ganancias en una cuenta separada.
Sé crítico con las noticias, en especial con las “buenas”. Un ejemplo claro: antes de las elecciones de EE. UU., los medios veían ganadora a Hillary Clinton y se equivocaron.
Publicado el: 13 de sep de 2025 · Modificado el: 13 de sep de 2025